Cabeza de Mujer con Turbante y Alas, en preciosa cerámica Caltagirone totalmente modelada y minuciosamente decorada a mano por nuestros maestros artesanos.
Es una espléndida reinterpretación artística de Nike, personaje de la mitología griega que es la personificación de la Victoria.
Un artefacto único, lleno de aplicaciones y elementos realizados en el más mínimo detalle, fondo sobre fondo burdeos con ornamentada decoración barroca.
Medidas: Alto 47cm, Ancho 38cm y Fondo 21cm (aproximadamente).
Certificado de firma y garantía de Caltagirone. Amueblará con gusto y elegancia un rincón de su casa o jardín o incluso su tienda, tal vez con una planta o flores en el interior.
Nuestras cabezas de color marrón oscuro van acompañadas de un elegante pergamino que cuenta la leyenda.
Dado que se trata de artículos artesanales realizados íntegramente y decorados a mano, si presenta pequeñas imperfecciones,
estos denotan la originalidad del producto.
Única pieza.
LA LEYENDA DE LAS CABEZAS DE MORO
Según la leyenda, allá por el año 1000, en plena dominación de los moros en Sicilia, en el barrio árabe de Palermo "Al Hàlisah" (que significa la pura o la elegida) hoy llamada Kalsa, vivía una hermosa muchacha. días en una dulce y solitaria quietud, dedicando su atención al cuidado amoroso de las plantas de su balcón. Desde lo alto de su balcón florido, un día la vio un joven, un moro. Abrumado por una violenta pasión por ella, el joven Moro no dudó ni un momento en declararle su amor. Sin embargo, el joven, que no había tenido ningún escrúpulo en abandonarse a las más dulces profusiones de amor, escondía en su corazón un pesado secreto: su mujer y sus hijos le esperaban en Oriente, en aquella tierra a la que ahora se dirigía. regresar.
Herida en el orgullo y traicionada por el que creía que era su gran amor, la niña planeó su venganza. Así que en la noche, mientras su Moro dormía sin poder hacer nada, ella lo mató y le cortó la cabeza para que su amado no solo no pudiera volver nunca a esa familia, sino que se quedara con ella para siempre.
Decidió que el rostro de aquel joven tan querido por ella debía permanecer a su lado para siempre, y con su cabeza creó un objeto parecido a un jarrón en el que colocó en su interior un brote de albahaca, planta ligada a una simbología divina y siempre asociado con lo sagrado. Finalmente recostó su cabeza en su balcón, dedicándose todos los días al cuidado de la albahaca que allí crecía. Cada día las lágrimas de la joven mojaban la planta real, que prosperaba y crecía, haciéndose cada vez más florida y frondosa. Los vecinos, impregnados por el olor de la albahaca y mirando con envidia la planta que maduraba vigorosamente en aquel particular jarrón con forma de Cabeza de Moro, hicieron fabricar unos jarrones de terracota que reproducían las mismas características que el que guardaba con cariño la niña.
Hoy en día, cada Testa di Moro que se produce lleva una corona, un elemento siempre presente destinado a volver a proponer la planta real que originalmente adornaba la cabeza del joven Moro protagonista de la triste historia.